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El monasterio del Santo Grial / The Holy Grail Monastery

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  San Juan de la Peña es otro de esos lugares, especialmente agraciados, que no deja a nadie indiferente. Su longevidad, su arcana belleza o el hecho, relevante en sí mismo de haber servido como morada eterna a los reyes de la Corona de Aragón, pueden ver reducida su importancia, si tenemos en cuenta un detalle soberanamente trascendental, que los eclipsa por completo: fue el lugar donde se depositó una de las reliquias más significativas de la Cristiandad. Aquella, que, puesta a salvo por San Lorenzo, cuando los bárbaros de Alarico asaltaron y saquearon Roma, se caracteriza por haber sido la copa utilizada por Jesucristo en la Santa Cena: el Santo Cáliz o Santo Grial. El mismo objeto sagrado, que, aún habiendo estado no pocos años en la Aljafería de Zaragoza, terminó recalando, por mediación del rey, Martín el Humano, en la catedral de Valencia, lugar donde todavía se encuentra actualmente. Pero San Juan de la Peña, con su espectacular claustro románico, inusual y sorprendentemente en

La necrópolis medieval de Duruelo

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  Algunos kilómetros más allá de Vinuesa, verdadero corazón de la llamada Tierra y Corte de Pinares, lindando ya con las tierras de Burgos, hay pueblos de pintoresco aspecto, que, situados estratégicamente, comparten todavía destellos de lo que muchos investigadores han denominado y no sin razón, como la España Mágica. La España de una Historia antigua, que, comenzando en aquellos tiempos en los que estos territorios eran un verdadero hábitat jurásico que hubiera hecho las delicias de Steven Spielberg, recoge los testimonios fragmentados de una Evolución, que, en su infinita sabiduría, fue dejando capítulos de diferentes estadios y periodos, cada uno de ellos a cuál más fascinante. Icnitas que delatan la presencia de los gigantescos saurios; restos paleolíticos que continúan con las primeras sociedades de homínidos; necrópolis medievales, asentadas en el corazón de una tierra virgen; nacimiento de ríos, como el Arlanza, a cuyas riberas el faro de los primeros reinos y asentamientos cri

Arte medieval: el Pórtico de la Majestad / Medieval art: the Portico of the Majesty

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  Independientemente de las oscuridades y tinieblas con las, que, presuntamente, se ha calificado a ese periodo histórico conocido como la Edad Media, un vistazo a algunos de sus más sensacionales destellos artísticos, nos puede poner la evidencia, delante de nuestros sorprendidos ojos, de que, después de todo y no obstante su primitivo statu quo, la sociedad medieval también sabía disfrutar de la gloria de un mundo artificial, donde la chispa de la genialidad se revalorizaba a sí misma, sublimándose ante las fogosas hogueras de un cromatismo espectacular. Aunque, lamentablemente, el tiempo y las frialdad del espíritu de las generaciones posteriores malograron muchas de estas gloriosas maravillas, todavía nos queda el consuelo de poder contemplar algunos afortunados sobrevivientes, que, como este genuino Pórtico de la Majestad, de la Colegiata de Santa María la Mayor, situada en el pintoresco pueblo zamorano de Toro, nos demuestra, que, incluso sumergida en la debacle de ese pesimismo

Piedras de juglaría / Minstrelsy stones

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  En ese sorprendente paraíso natural que es el Principado de Asturias, hay lugares donde todavía, a pesar de los siglos transcurridos, las piedras de los viejos monasterios benedictinos cuentan fantásticas historias, reducidas por la ortodoxia académica a la categoría de simples leyendas, pero que, pese a todo, han acompañado, junto al agradable fuego del hogar en las inclementes noches de invierno, a multitud de generaciones, que, a fuerza de escucharlas con esa pasión que emana de todo lo que tiene que ver con la tierra, han terminado convirtiéndose en una creencia tan arraigada, como el sentimiento del anónimo, pero magistral cantero que las inmortalizó para unas gentes a las que siempre les estuvo vetado el derecho a la educación. Una de las historias más populares, aquella, precisamente, que se remonta a los oscuros tiempos de las primeras dinastías asturianas, es el fatal destino del hijo de Don Pelayo, cuyo nombre, Favila, ha quedado asociado, en la memoria popular, como aquel

El tesoro prerrománico de Helguera

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  En el Concejo de Molledo, apaciblemente asentado a la vera de un río, el Besaya, en cuyas pozas más profundas la trucha y el salmón desquician la paciencia del pescador, superándole en picardía, los habitantes de un pequeño municipio, de nombre Helguera, ven el tiempo transcurrir con elegante parsimonia, fieles custodios de un pequeño tesoro arquitectónico del siglo X, cuya longevidad produce vértigo en la imaginación. Se trata de una pequeña ermita, varada como un arca de promisión junto a una estrecha carreterilla comarcal que corcovea como una serpiente, perdiéndose en las misteriosas frondas de los montes y valles de Iguña y que, dedicada a la figura de Santa Leocadia, seduce por el encanto e inmemorial factura, invitando al curioso a especular con aquellos lejanos y oscuros episodios altomedievales de la reconquista y la repoblación. Cierto es, por otra parte, que, aunque se aprecian en su rústica estructura los efectos de modernas restauraciones, que afectan, principalmente, a

Noya: el cementerio de las losas olvidadas / Noya: the cemetery of forgotten slabs

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  Sin duda, uno de los lugares más singulares y misteriosos de esa Galicia, céltica y ancestral, que todavía se obstina en rendir cumplida devoción a sus antiguos mitos y tradiciones, es ésta hermosa villa marinera de la Costa de la Muerte, a la que la Tradición, bendito tesoro donde los haya, la otorga la gracia de haber sido fundada, nada más y nada menos, que por una de las nietas del patriarca bíblico, Noé, después de que las aguas volvieran a su cauce, formando nuevas tierras, a consecuencia de aquel brutal cataclismo, conocido como el Diluvio Universal. Pero Noya, además, me recuerda también el singular cementerio de los libros olvidados, que el escritor, Carlos Ruiz Zafón, situó en el corazón del Barrio Gótico de Barcelona, con la excepción de que aquí, los libros se transforman en singulares losas sepulcrales, que se amontonan sin ton ni son a la vera del cementerio de la iglesia de Santa María a Nova y que, no habiendo servido nunca para proteger las últimas vergüenzas de un s

Solitaria y elegante / Solitary and elegant

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  De ese estilo arquitectónico de repoblación, que algunos denominan como mozárabe o realizado por canteros cristianos sometidos a un dominio musulmán del que intentaban escapar, sobreviven algunos curiosos edificios sacros, que, no obstante, su aparente humildad, se caracterizan, sobre todo, por una elegancia, no exenta, además, de un armónico equilibrio que invita, también, a dejarse llevar por el placer implícito en una pasiva contemplación. Situada a una distancia, más o menos pareja a dos grandes hitos históricos inevitablemente asociados, como son el singular desfiladero de la Yecla -donde los primeros condes de Castilla emboscaban a los poderosos ejércitos de Almanzor- y una ciudad, Santo Domingo de Silos, fundada a la vera de su famoso monasterio, esta genuina ermita, dedicada a una santa de dudosa existencia y de nombre Cecilia -como la malograda cantautora que inmortalizara la canción ‘Mi querida España’- continúa viendo la vida pasar, con la inmortal indiferencia que le otor