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Mostrando entradas de agosto 22, 2010

Frómista, pongamos que hablo de San Martín

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N o me cabe duda de que Frómista tuvo, en un pasado remoto, un templo -el de San Martín- que, sin llegar a las colosales proporciones de las catedrales góticas, sirvió también, no obstante, como foco cultural del que se nutría un vulgo inmerso en el torbellino de una Edad Media que contemplaba la Reconquista de un país bajo el punto de vista de una espiritualidad que aún hoy, con todo lo que pretendemos saber de la Historia, estamos todavía muy lejos de comprender. U n templo en el que muchos de los peregrinos que atravesaban esas áridas estepas palentinas -frías en invierno y extremedamente calurosas en verano- verían compensados sus inenarrables esfuerzos al aprehender y participar en los mensajes trascendentales cincelados en unas piedras en las que nada, ni siquiera el más mínimo detalle, podía ser achacado a los inciertos hados que manejan a su antojo los hilos del azar. N i siquiera sentir, de alguna manera, que un Algo , una presencia supranatural les devolvía la mirada desde e